© FERNANDO NAVARRO L
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Títulos: La Odisea de Benjamín / Benjamin Odyssey
Autor: Fernando Navarro L
Género: Novela fantástica / Superación personal / Suspenso / Misterio / Aventura
Subgéneros: Mitología prehispánica / Viaje astral / Vidas pasadas
Formatos: Pasta Blanda 6x9 / eBook
Idiomas: Español / Inglés
Extensión: 261 páginas / 251 páginas
En el vertiginoso mundo de Wall Street, Benjamín Esquivel ha construido una vida perfecta: una carrera exitosa como corredor de bolsa, un lujoso apartamento con vista a Central Park y una relación estable con Jennifer, una brillante periodista. Sus días transcurren entre análisis financieros y proyecciones de mercado, muy lejos de sus raíces mexicanas y de aquellas pesadillas inexplicables que atormentaron su niñez.
Pero el destino tiene otros planes. Una carta olvidada que notifica la muerte de sus tías en México desencadenará una serie de acontecimientos que sacudirán los cimientos de su mundo perfectamente ordenado. Lo que comienza como un viaje obligado a la Ciudad de México para reclamar una herencia, se transformará en una odisea épica que lo llevará a descubrir verdades ocultas sobre su familia y sobre sí mismo.
Entre las calles de iztacalco y las majestuosas ruinas de Teotihuacán, Benjamín se encontrará inmerso en un mundo donde los dioses prehispánicos no son simples leyendas del pasado, donde las antiguas profecías cobran vida en el presente y donde su propio destino está entretejido con fuerzas cósmicas que trascienden el tiempo y el espacio. Guiado por visiones místicas y protegido por guerreros ancestrales, deberá enfrentar una batalla épica que determinará no solo su futuro personal, sino el equilibrio fundamental entre el mundo moderno y el reino eterno de los dioses mexicas.
6. Entes de la Noche
Benjamín se acomodó en una de las sillas del comedor y arrastró hacia sí el cofre y el sobre que le había dejado su tía Adela, la primogénita de su abuelo Arturo. Su mirada se posó en el sobre. Estaba sellado con cera roja, marcado con un emblema que no lograba distinguir en la luz menguante.
Antes de abrirlo, sacó su teléfono para revisar si tenía mensajes de Jennifer. En la pantalla solo aparecía la confirmación de entrega de su mensaje "Aterrizando", enviado horas antes. Una punzada de molestia, mezclada con una sombra de preocupación, cruzó por su mente. Debería estar aquí, compartiendo este momento con él.
Inspiró hondo y dejó el teléfono a un lado. Su instinto le dictaba un enfoque metódico, así que decidió empezar por la carta de la tía Adela. Rompió con cuidado el sello de cera y extrajo varias páginas de una caligrafía refinada. La tinta, aunque algo desvaída, seguía siendo nítida. La fecha al inicio del manuscrito lo hizo contener la respiración: tres meses antes de su muerte.
Sus manos temblaron levemente al desplegar el papel. Con la luz cada vez más tenue, se levantó y encendió una de las antiguas lámparas de pared. Su cálido resplandor arrojó sombras suaves sobre el comedor. Regresó a su asiento, sintiendo el crujido de la madera bajo su peso, un sonido que, de algún modo, amplificaba la solemnidad del instante. Entonces, comenzó a leer:
Querido sobrino,
Dado que finalmente tú serás el último de nuestra estirpe, también te has convertido en el heredero universal de nuestro legado. Tu misión será legarlo también a tu primogénito en el momento indicado. Dentro del cofre encontrarás un registro de cada uno de nuestros antepasados que en su vida nos precedieron con esta misma misión.
Solo una recomendación de parte mía, aunque aquí podrás encontrar motivos para intentar la misma empresa de tu ancestro Alonso, la cual fue secundada por tu bisabuelo Gonzalo, mi recomendación muy personal es que no lo hagas, cosas terribles atrajeron a su vida.
Tu tía Adela.
Con estas últimas palabras terminaba la carta. Benjamín dobló la carta mientras procedía a abrir el cofre, esbozando una ligera sonrisa. Para él, todas las antiguas tradiciones las consideraba simplemente historias inventadas por mentes supersticiosas e ignorantes. Sin embargo, algo en la atmósfera parecía cambiar sutilmente a medida que examinaba el contenido del cofre, sumergiéndolo en la inquietud que solo las sombras del pasado podían inspirar.
Dentro del cofre se encontraba el libro de registros de los antepasados, lo ojeo sin mayor interés, las ultimas anotaciones realmente eran breves, ellas indicaban que simplemente se habían limitado a mantener en buen estado la propiedad sin habitarla y cedido al siguiente de su generación.
Notó también el sobre del ancestro Alonso y con curiosidad lo abrió, leyendo su interior, así como también las anotaciones de su bisabuelo Gonzalo que detallaba su viaje desde España, la ubicación y adquisición del terreno, la construcción de la casa y la búsqueda del tesoro. Su registro terminaba con las últimas palabras pronunciadas el día de su fallecimiento, las cuales habían sido transcritas por su abuelo Arturo.
Justo estaba terminando de leer estas notas cuando sintió un viento frío a su alrededor y la sensación de que alguna presencia se encontraba muy cerca detrás de su espalda, como si estuviese leyendo también el libro de registro a la par de él. En un acto de reflejo, volteó rápidamente al sentir esta presencia; sin embargo, no había nadie detrás. Casi al mismo tiempo, con el rabillo del ojo alcanzó a ver una especie de sombra que se movía rápidamente del lado derecho de la mesa hacia la puerta del comedor, salía al patio y doblaba rumbo al fondo de la casa.
Se incorporó rápidamente y salió al patio tras la sombra que creía haber percibido, solo para encontrarse con que el patio estaba vacío. Como era de esperarse, la única persona en la propiedad era él. La tarde prácticamente se había desvanecido, dando paso a las sombras de la noche, que parecían adquirir una presencia más oscura y siniestra.
Sin sugestionarse por la experiencia, se limitó a pensar que solo había sido una ráfaga de viento, ya que la puerta del comedor se encontraba abierta. Sin embargo, no pudo dejar de sentir un escalofrío que recorrió su espalda mientras notaba que las sombras en la casa parecían cobrar vida propia, danzando de manera inusual y formando contornos que se asemejaban a figuras fantasmales.
Benjamín poseía una mente totalmente materialista y objetiva; para él, la religión y cualquier aspecto intangible o espiritual no tenían ningún valor. Solo creía en lo que podía ver y tocar, así que no se amedrentó por esta experiencia, se dijo a si mismo que siempre existía una explicación racional ante cualquier situación y que esta seguramente también la tenía.
Regresó al comedor y procedió a recoger los documentos que estaban esparcidos sobre la mesa, con su mente aun tratando de establecer una explicación lógica a los eventos que acababan de suceder. Estaba en el proceso de guardar los documentos cuando notó un trozo de papel entre ellos con una nota que decía:
“Búscalo, debes buscarlo, el tesoro aún está aquí.”
Sintió un leve escalofrío. No recordaba haber visto esta nota antes, parecía que hubiese aparecido de pronto sin ninguna explicación. Nuevamente su mente racional le dijo que no debería sugestionarse, seguramente este trozo de papel estuvo siempre ahí, aunque no lo hubiese visto antes.
A diferencia de sus antepasados, Benjamín no se sentía atraído por algún tesoro oculto en la casa, él tenía su vida hecha en Nueva York y una buena posición económica, así que más allá de la grata sorpresa de la herencia y de disfrutar la casa esta noche, no existía en su mente otro interés. Como ya lo había decidido horas antes, su plan era pasar la noche ahí y al día siguiente a una hora conveniente solicitar un taxi para trasladarse al aeropuerto. La casa se encontraba relativamente cerca del aeropuerto internacional de la ciudad de Mexico, así que ya tenía todo considerado. A futuro pensaría que haría con esta herencia.
Con esos pensamientos en mente, fue a la cocina y abrió la despensa, se preparó una cena ligera sobre la antigua mesa de madera que se encontraba al fondo de la cocina, sobre ella descansaban también un juego de platos y tazas de peltre, muy limpias y tan cuidadas que se podría asegurar que nuca habían sido usadas.
Posteriormente se dirigió a la única recámara de la casa y se preparó para dormir en su mullida cama, la cual invitaba al descanso. Después de un día algo agitado, Benjamín no tuvo mayor problema para caer en un sueño profundo casi inmediatamente, afuera se escuchaba el canto de los grillos.
De súbito, Benjamín emergió de su letargo con un estremecimiento, mientras una gélida sensación de inquietud le oprimía sin razón aparente. La habitación, envuelta en una oscuridad densa como un manto funesto, le rodeaba como un ente gigantesco que le aprisionaba, negándole la visión por completo. Era una negrura absoluta que devoraba cualquier atisbo de luz. La mente de Benjamín, en la obscuridad, recordó que su celular reposaba sobre el buró, y solía ser costumbre que, en las noches, la pantalla se transformara en un reloj digital; sin embargo, esta vez, no mostraba señales de vida. Extendió su brazo en la oscuridad, palpando el espacio hasta que sus dedos encontraron la superficie del buró. Al fin, logró alcanzar el móvil, cuya pantalla, apenas perceptible, revelaba las tres de la madrugada. Notó, además, que a pesar de haberlo dejado cargando, el nivel de la batería marcaba el mínimo, como si algo en la penumbra se hubiera alimentado de su energía.
Se incorporó de la cama y a tientas buscó las pantuflas, encendiendo también la lampara de su celular para iluminar el entorno. La casa se había quedado sin electricidad. Se levantó para dirigirse a la sala. Sin embargo, se percibía que algo en la casa había cambiado, no era el mismo espacio encantador que había visto horas antes cuando en compañía de Pedroza habían ingresado para su entrega.
Penetró en la sala envuelta en sombras, un enlace entre habitaciones vecinas que compartían susurros de secretos ocultos. Todas las estancias, entrelazadas en una red laberíntica, ofrecían un viaje sin necesidad de abandonar la lúgubre mansión. Entre sus límites, cortinas de tela alguna vez blanca, ahora lucían como sudarios, se mecían en la penumbra, tejiendo un misterio sutil. La sala, con su mobiliario antiguo, donde se podía percibir voces ininteligibles, exudaba una elegancia que evocaba un macabro pasado, los susurros de principios de 1900 resonaban como ecos olvidados. Un sofá y sus dos sillones de madera tallada, envueltas en un tapiz ancestral, murmuraban en silencio sus propias narrativas de terror. Benjamín no podía comprender cómo se había gestado semejante transformación ahora bajo las sombras de la noche.
De repente, una helada corriente recorrió la espina dorsal de Benjamín, mientras su cuerpo entero parecía convertirse en piedra. En una esquina de la habitación, apenas iluminada por la vacilante luz de la linterna de su móvil, emergió la gigantesca figura de un ser que lo observaba con atención. Un par de ojos amarillos, intensos y fulgurantes en la oscuridad se clavaron en él, como si Benjamín fuera su próxima presa, y la criatura estuviera estudiándolo, listo para abalanzarse sobre él en cualquier momento. El brillo de la linterna revelaba más detalles grotescos de la entidad que acechaba en las sombras, desvelando su presencia con una presión palpable en el aire.
Nuevamente, Benjamín emergió de su letargo con un estremecimiento, sudaba copiosamente, una gélida sensación de inquietud le oprimía sin razón aparente. La habitación, envuelta en una oscuridad densa como un manto funesto, le rodeaba como un ente gigantesco que le aprisionaba, negándole la visión por completo. Otra vez, una negrura absoluta que devoraba cualquier atisbo de luz le impedía distinguir ningún objeto. Tardó unos momentos en organizar sus pensamientos, para finalmente darse cuenta de que había tenido una horrible pesadilla. Busco a tientas su móvil sobre la cubierta del buró, las tres de la madrugada. Se incorporó sintiendo que el pánico invadía nuevamente su cuerpo, pero haciendo acopio de valentía y raciocinio se dijo “esto no puede estar sucediendo, debe haber una explicación”, mientras se colocaba las pantuflas y con la luz de la linterna de su móvil encendida se dirigía a la sala.
De nuevo en la sala, sumida en la oscuridad, entre sus confines, cortinas de tela desgarrada, alguna vez blanca, se balanceaban en la penumbra, tejiendo un sutil misterio. Permanecía con su mobiliario antiguo, pero ahora nuevamente desprendía un aire de abandono y vejez; se podían escuchar susurros y risas misteriosas, como si seres de ultratumba disfrutaran la macabra escena, sabiendo de antemano el terrible desenlace. Benjamín no lograba entender cómo es que las escenas se repetían como en su reciente sueño y seguía repitiéndose “Esto no es posible, debe haber una explicación”, su mente racional le gritaba que esto no podía ser real.
Casi de manera automática, con el terror aún palpable por la posibilidad de una repetición, Benjamín dirigió la luz de su móvil hacia la esquina opuesta de la habitación de la cual surgió abruptamente la enorme figura de un ser que lo escudriñaba con detenimiento. Una vez más, el par de ojos amarillos, intensos y centelleantes, se clavaron en él, como si la criatura estuviera analizándolo, dispuesta a lanzarse y atacarlo en cualquier instante. Cada destello de la linterna desentrañaba más detalles grotescos de la entidad acechante en las sombras, revelando su presencia con una opresión palpable en el aire. Superando el pánico inicial, Benjamín pudo distinguir con mayor claridad: era un felino gigantesco con manchas oscuras y circulares, que en un acto repentino se lanzó hacia él.
El pánico se apoderó de Benjamín, su instinto de supervivencia anuló cualquier raciocinio. Sin percatarse, soltó el móvil y corrió desesperado hacia la recámara y luego hacia la puerta, mientras sentía que el enorme animal se aproximaba inexorablemente. Ya en el patio, apenas iluminado por la tenue luz de la luna, corrió hacia la puerta de la casa y la abrió de un tirón para lanzarse a la calle. En su mente solo prevalecía el único pensamiento: escapar.
No obstante, la calle se había esfumado, desvaneciéndose junto con las aceras y el pavimento adoquinado, así como las paredes de tonos uniformes que horas atrás le habían dado la bienvenida a su llegada. En su lugar, solo se extendía un bosque infinito, con vegetación que se multiplicaba en todas direcciones y un río cuyas aguas fluían con rapidez, acompañadas por su sonido característico. Benjamín, desconcertado, detuvo su desenfrenada carrera. Intrigado, sorprendido y aterrado, giró hacia atrás y no pudo hallar la casa de la cual se había escapado momentos antes. El enorme animal que lo perseguía tampoco estaba a la vista. Todo se había transformado, como si lo hubieran transportado a otra época y lugar.
Jadeante, Benjamín se apoyó en el tronco rugoso de un árbol, sintiendo cómo el pulso acelerado le resonaba en cada rincón de su ser. La oscuridad que lo rodeaba parecía cerrarse a su alrededor, asfixiándolo con un aire denso y cargado de presagios sombríos. Mientras intentaba recobrar el aliento y la cordura, una sensación de terror se apoderaba de él, dejándolo atrapado en una pesadilla que se resistía a desvanecerse.
¿Qué estaba ocurriendo en este desolado paraje nocturno?
Se pellizcó repetidamente, como si el dolor físico pudiera arrancarlo de este escenario surrealista. Sin embargo, todo permanecía inalterable, como una realidad macabra que se burlaba de sus intentos desesperados por escapar. Cada indicio sugería que, en esta ocasión, no se trataba de un sueño, sino de una realidad desconcertante y perturbadora que se extendía ante él como un abismo sin fondo. La pregunta de "¿cómo era posible?" resonaba una y otra vez en su mente, sin ofrecer respuestas claras.
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La creación de "La Odisea de Benjamín" involucró un extenso proceso de investigación que enriqueció profundamente la narrativa:
Se realizó una investigación exhaustiva sobre Iztacalco, el asentamiento previo a la fundación de Tenochtitlán, donde llegaron los mexicas según las fuentes históricas. Este lugar, cuyo nombre náhuatl significa "En la casa de la sal", fue fundamental para entender las raíces más profundas de la cultura mexica y su cosmovisión. La investigación incluyó el estudio de códices diversas fuentes y trabajos arqueológicos contemporáneos que permitieron reconstruir la importancia espiritual y geográfica de los sitios sagrados. Incluye también la estructuración de relatos mitológicos prehispánicos sobre el origen de los mexicas partiendo de la antigua cultura teotihuacana.
El estudio detallado de la parroquia y convento de San Matías, construidos por los franciscanos durante el período colonial, proporcionó el contexto histórico necesario para entender la superposición de creencias que caracteriza al México contemporáneo. Esta investigación reveló cómo los espacios sagrados prehispánicos fueron transformados pero no eliminados, manteniendo una continuidad espiritual que se refleja en la trama de la novela.
Se desarrolló una cronología detallada de la familia Esquivel que abarca varias generaciones. Esta genealogía ficticia pero fundamentada históricamente, explica cómo ciertos legados y responsabilidades espirituales se transmiten a través del linaje familiar, creando el marco narrativo que justifica el despertar místico de Benjamín.
Narrativa Híbrida. La obra combina el realismo contemporáneo con elementos fantásticos, creando un universo narrativo donde lo cotidiano y lo mítico coexisten de manera natural y convincente.
Dualidad Geográfica y Cultural. El contraste entre Nueva York y México, entre Wall Street y Teotihuacán, funciona como metáfora de la dualidad interior del protagonista y del conflicto universal entre la modernidad materialista y la sabiduría ancestral.
Profundidad Mitológica. La incorporación auténtica de la cosmogonía mexica, sus dioses, rituales y conceptos filosóficos, proporciona una base sólida y respetuosa para los elementos fantásticos de la trama.
Viaje Iniciático. La estructura narrativa sigue el patrón clásico del viaje del héroe, pero enriquecido con elementos específicos de la tradición espiritual mesoamericana, creando una experiencia de lectura transformadora.
Temas Universales. Aborda temáticas universales como la búsqueda de identidad, el propósito de vida, la conexión con los ancestros y la reconciliación entre diferentes aspectos de la personalidad.
Elementos Sobrenaturales Integrados. Los viajes astrales, el karma y las visiones místicas se presentan como extensiones naturales de la realidad, no como elementos ajenos a ella.
"La Odisea de Benjamín" se posiciona como una obra literaria que trasciende las fronteras tradicionales del género, dirigiéndose a múltiples segmentos de lectores:
Narrativa de Identidad Latinoamericana: Se suma a la tradición del realismo mágico pero con una perspectiva contemporánea y urbana
Literatura de Transformación Personal: Atrae a lectores interesados en crecimiento espiritual y autodescubrimiento
Lectores de Literatura Fantástica: Atraídos por los elementos mágicos y mitológicos
Interesados en Cultura Mexicana: Tanto nacionales como internacionales curiosos por la riqueza cultural prehispánica
Buscadores Espirituales: Personas interesadas en temas de crecimiento personal y espiritualidad
Lectores de Aventuras: Atraídos por la trama de acción y misterio
La obra se distingue por su capacidad de hacer accesible la mitología mexica a un público contemporáneo, sin caer en estereotipos o superficialidades, y por su habilidad para entrelazar temas espirituales profundos con una narrativa dinámica y entretenida.